Para el hinduismo la muerte no existe

Para el alma no existe el nacimiento ni la muerte en ningún momento. Ella no ha llegado a ser, no llega a ser y no llegará a ser (temporal). El alma es innaciente, eterna, permanente y primordial. Bhagavad Gita 2.20 Extracto del libro Morir en Manos de Dios. El capitulo que escribí sobre la muerte en el hinduismo. https://www.cristianismeijusticia.net/es/morir-en-manos-de-dios-la-muerte-en-las-diferentes-creencias-y-tradiciones-religiosas

Dvarka Das (lic. Fabian Ezequiel Lopez)

5/8/202421 min read

El hinduismo, a pesar de su enorme diversidad, tiene puntos esenciales comunes, y uno de esos puntos es, precisamente, el tema de la muerte. Intentaré centrarme más en los fundamentos del concepto, por ejemplo en como se concibe la vida, que no en cuestiones más folclóricas (rituales, símbolos, supersticiones...). Para ello me basaré sobre todo en un texto que es muy popular entre todas las corrientes del hinduismo y también entre el público en general, incluso el occidental: la Bhagavad Gita. Es tan popular en la India que es muy común escucharlo o recitarlo en las calles, incluso en sanscrito.

Para el hinduismo la muerte no existe. La enseñanza de Krishna a Arjuna1 empieza con este tema. Arjuna se encuentra a punto de librar una batalla, y ante ella la posibilidad clara de matar i/o morir. No le preocupa tanto su muerte (era un valiente guerrero) sino mucho más el hecho de matar. Krishna le enseña desde el primer verso como enfrentar la muerte.

Para el alma no existe el nacimiento ni la muerte en ningún momento. Ella no ha llegado a ser, no llega a ser y no llegará a ser (temporal). El alma es innaciente, eterna, permanente y primordial. Bhagavad Gita 2.20

Para entender la diferencia de visión entre el hinduismo y la visión occidental, tenemos que entender el contexto en el que se desarrolló nuestra cultura y el contexto en que se desarrollaron la mayor parte de las tradiciones orientales.

Nuestra historia occidental se desarrolla en un ambiente urbano, principalmente. Nuestra herencia greco-romana ha dado mucha importancia a las ciudades, e incluso en muchos casos se ha concebido el entorno natural como algo peligroso o negativo. En cambio en Oriente el contacto de las personas con la naturaleza siempre ha sido fundamental, y esto ha ayudado a desarrollar una visión de la vida muy diferente. Para nosotros (de cultura judeocristiana) todo tiene un comienzo y un fin. El tiempo es lineal. La Biblia empieza de hecho así “En el principio...” y actualmente muchas corrientes cristianas, como las corrientes evangélicas norteamericanas, y de ello se hace eco Hollywood, hablan mucho de la visión del final de los tiempos y del apocalipsis.

En cambio, Oriente en general, y el hinduismo en particular, tal vez por ese contacto con la naturaleza, no ven el tiempo como algo lineal, con un principio y un fin, sino como algo cíclico. Todas las cosas nacen, crecen, mueren y vuelven a nacer, dando lugar a otra visión de la vida.

El concepto de reencarnación, de samsara, viene de aquí, de esa experiencia de vida y de ese contacto con la naturaleza. Por eso en la intervención de Krishna queda claro que para el alma no existe ni el nacimiento ni la muerte, no hubo un comienzo, siempre ha existido y siempre existirá.

Eso es lo que dice en otro versículo: “Nunca hubo un tiempo en el que yo no existiera, ni tu ni todos los guerreros que están aquí reunidos, y en el futuro ninguno de nosotros dejará de existir. “

Es por esa razón que puse el título de “la muerte no existe” para el hinduismo. No solamente por la visión de la naturaleza, de la ciclicidad del tiempo, sino por su concepción del alma, del ser. Obviamente hay muerte, el cuerpo muere, pero la cuestión es hasta qué punto uno se identifica con el cuerpo y adopta esa identidad corporal.

Para el hinduismo esa identidad corporal no es la real, sino algo momentáneo, pasajero e ilusorio. Para algunas corrientes es ilusoria porque no existe, por ejemplo, la corriente advaita vedanta lo expresa así: “todo esto no existe, es una ilusión”. La corriente a la que yo pertenezco no defiende esto sino que reconoce la existencia y realidad del cuerpo, pero no desde el punto de vista en que uno se pueda confundir tomando esa existencia como algo permanente. Es decir, no existe des del punto de vista de la permanencia, desde el punto de vista de la eternidad.

En otro verso de la Baghavad dice: que para aquellos que han visto la verdad, lo no existente no tiene permanencia “nasato vidyate bhavo”, o sea, na sat, lo que no es eterno, nabhavo, es decir que no existe. No porque no exista en si, sino porque el tiempo que dura desde el punto de vista de la eternidad es tan ínfimo que no se puede tomar muy en serio. Y luego dice: “na bhavo vidyate satah”, que lo que existe en realidad nunca deja existir, lo que realmente existe, lo que es el ser, nunca deja de existir. Así lo han concluido, dice Krishna, todos los sabios y videntes de la verdad en base a su experiencia del ser.

De modo algo parecido se expresaba también Parménides, cuando decía que el “ser siempre existe”, el problema es tomar la identidad del cuerpo como el verdadero ser, o tomar la identidad corporal como el verdadero ser. Allí está la gran diferencia. Lo que se busca en el hinduismo, en todas sus tradiciones y en todas las escrituras, es re-descubrir, porque algo se ha perdido momentáneamente, re-despertar a esa identidad espiritual dormida.

Así empieza la instrucción de Krishna a Arjuna en la Baghavad Gita, acerca del ser, del alma, del atman. Ejemplifica la creencia de la reencarnación en el cambio que sufre el cuerpo al pasar de la niñez a la juventud y luego a la vejez. Aunque el cuerpo ha cambiado completamente, algo permanece constante, y es la identidad de la persona. Incluso uno puede cambiar su nombre, puede cambiar su lugar, uno puede hasta tener un problema de amnesia y olvidar completamente su vida anterior, pero la persona sigue estando ahí. No se vuelve otra persona, es la misma persona, con otro nombre, con otros recuerdos, pero la identidad, eso es lo que es constante, eso es lo que permanece. La enseñanza del hinduismo, y del Bagavhad Gita en particular, se refiere sobre todo a los diferentes caminos para recuperar esa identidad.

Así como en este cuerpo el alma encarnada pasa continuamente de la niñez a la juventud y luego a la vejez, de la misma manera el alma pasa a otro cuerpo en el momento de la muerte. A la persona sensata no la confunde ese cambio. Bhagavad Gita 2.13

Krishna hace ver a Arjuna que el ser ya ha cambiado de cuerpo varias veces en su vida, y al llegar al momento de la muerte pasa a otro cuerpo, y la persona que tiene ese conocimiento, que tiene esa experiencia de la verdadera identidad, ese cambio no la confunde. Es una cuestión fundamental, porque a mi modo de ver, la mayor prueba en la vida del ser humano es la muerte.

En la universidad de El Salvador tuve un profesor de teología que decía: “el hombre y la mujer mientras viven se están haciendo, y llegan a su plenitud cuando mueren, allí terminan de hacerse”. Era un profesor de teología cristiana. Toda la vida es ir ganando experiencia y aprendiendo para ese examen final. El momento más importante, el momento fundamental.

Para Krishna a la persona que tiene verdadero conocimiento, ese cambio (la muerte) no la confunde. En el hinduismo hay dos palabras para conocimiento. Una palabra es jñana, que es conocimiento teórico, y vijñana, que quiere decir conocimiento empírico, experiencial, conocimiento que se ha vivido y que se ha aprendido, no por leer un libro, no por oír, sino por vivir, eso es vijñana, el verdadero conocimiento.

Así como una persona se pone ropa nueva y desecha la vieja, así mismo el alma acepta nuevos cuerpos materiales, desechando los viejos e inservibles. Bhagavad Gita 2.22

Y luego da otro ejemplo. Así como nosotros nos cambiamos de ropa, y a veces, hay ropa que ya no podemos usar porque está raída, rota o descolorida, y tenemos que descartarla, también llega un momento que nuestro cuerpo deja de funcionar y no puede seguir desarrollando sus actividades en este mundo. Entonces tenemos que dejarlo, tenemos que descartarlo.

A lo que apuntan todas las corrientes del hinduismo es a un pleno conocimiento de esa realidad, a la experiencia de esa verdadera identidad que nos libre de volver a nacer, abandonando así el ciclo de nacimientos y muertes. Pensemos que en la India la vida es muy difícil, lo es ahora pero lo ha sido siempre, por razones geográfica, climáticas... y por tanto, el hindú, o el indio en general (sea budista, jaina o sikh) tiene una visión del mundo muy negativa, un lugar para ser abandonado, en el que no quedarse ni permanecer. En el Baghavad Gita, Krishna dice: dukhalayam (un lugar de sufrimiento), y asasvatam (un lugar temporal).

No es por tanto, un lugar para lo que nosotros deseamos, para lo que el ser humano desea, que es la permanencia y la felicidad. Las características del mundo material son contrarias a esto, es un lugar problemático. Solamente por asumir el cuerpo ya asumimos cuatro defectos que son causa de sufrimiento: janma, el nacimiento, es problemático, especialmente para la madre, y para el recién nacido; o la muerte mrityu, y también la vejez y las enfermedades. Desde el momento que adquirimos un cuerpo estos defectos vienen añadidos.

Por eso para el hindú el objetivo es transcender, abandonar este mundo, no volver a nacer. Pero desgraciadamente el renacimiento está, porqué hasta que uno no llega a “aprobar esa materia” de la identidad, hasta que uno no pasa el examen de saber cuál es su identidad espiritual, tiene que volver para seguir aprendiendo.

Entonces cuando decimos que la muerte no existe, estamos hablando desde un punto de vista espiritual, la muerte solo es en relación a esa identidad corporal que es temporal, y por lo tanto no es tomada demasiado en serio. Y eso no se contradice con que la muerte está siempre presente en el mundo, porque es parte de la esencia de la naturaleza que no haya nada que permanezca continuo, nada constante... está es la ley del mundo.

Desde la plataforma material más elevada del mundo material hasta la más baja, todos son lugares de sufrimiento en los que ocurre el reiterado proceso del nacimiento y la muerte. Bhagavad Gita 8.16

Robert Oppenheimer, físico y uno de los creadores de la bomba atómica, al presenciar la primera prueba nuclear dijo que le vinieron a la mente las palabras de la Bhagavad Gita “Ahora, me he convertido en la muerte, destructora de mundos.” . En realidad la visión de Oppenheimer no tenía mucho que ver con el sentido que Krishna le estaba dando da este texto. Primero porque Krishna no se había vuelto la muerte, y segundo porque no estaba hablando de la muerte sino del tiempo. No estaba hablando de un fin brusco y terrible, como Oppenheimer vio la bomba atómica, como un elemento de destrucción. Krishna está hablando del tiempo, como una constante que desgasta todo, sin prisa y sin pausa. Una parte de nuestro mundo es tiempo y espacio. El tiempo es algo que está continuamente consumiendo todo, entonces la muerte es algo que no podemos negar. Podemos aislarnos de cualquier experiencia de muerte como hicieron los personajes del cuento “La máscara de la muerte roja” de Edgar Allan Poe, que ante una epidemia de peste se encerraron todos en el palacio para darse una gran vida, pensando que la peste solo iba a afectar a aquellos que estaban fuera, y que en cambio a ellos no les iba a afectar. Pero en un momento dado, aparece un personaje con una máscara roja, que irrumpe e infunde el temor en todos. La muerte. Uno se puede aislar pero el paso del tiempo y la muerte son una constante en éste mundo, y no los podemos ni rechazar ni obviar.

El cuerpo material de la entidad viviente eterna, indestructible e inconmensurable, tiene un final con toda certeza. Bhagavad Gita 2.18

Entonces alguien puede afirmar que esto del alma es una cuestión de creencias, es decir, que podemos creer o no creer en el alma. No podemos probarla, no podemos analizar algo espiritual por medios materiales, porque se trata de dos dimensiones diferentes. No podemos llevarla a un laboratorio, poner la chispa bajo un microscopio y llegar a verla, a percibirla... Implica un poco de fe, pero podemos inferirla. Por lo que decía antes, la muerte y la temporalidad son algo constante, el cambio de cuerpos es algo constante, pero la identidad no cambia, es lo único que permanece, de ahí es de donde viene la problemática, la discusión entre Heráclito y Parménides. Heráclito se centraba en la naturaleza material y decía: lo único real es el cambio. A lo que Parménides decía: lo único real es la permanencia del ser, lo que es constante.

Entonces, si nos percibimos solamente como materia, si solamente somos este cuerpo y la muerte es una constante en la naturaleza material ¿cuál sería el problema? Algo parecido le preguntó Krishna a Arjuna: si no crees en el alma, si piensas que los procesos físicos son lo único que existe, entonces ¿cuál es el problema? No hay motivo de lamentación. Las cosas están manifestándose e inmanifestándose continuamente, permanecen durante un tiempo y después desaparecen. Entonces, si nosotros somos solamente materia ¿cuál sería el sentido de que tengamos instinto de supervivencia? ¿De dónde sacamos esta idea de que queremos permanecer? Si la realidad del mundo es la no permanencia? ¿De dónde sacamos ese deseo de permanencia? Si no tenemos ninguna experiencia, si nunca hemos visto la eternidad de alguien, ¿por qué preocuparnos por la eternidad o la supervivencia? Eso es debido a que nuestra verdadera identidad, la espiritua, es eterna.

Para el hinduismo el alma o atman, que es la palabra sánscrita que se traduce como alma, la esencia de ese alma es sat cid ananda, sat quiere decir eternidad. Entonces debido a que esa es nuestra esencia, nosotros más allá de que nos encontramos en las circunstancias actuales que son temporales, de todas maneras seguimos buscando esa eternidad y es solamente esa identificación con lo temporal lo que nos crea problemas, en la medida en que nosotros pensamos yo no soy alma, o yo soy este cuerpo, en la medida en la que nosotros nos identificamos con una identidad material temporal, tenemos un problema, porque es algo contrario, opuesto a nuestra verdadera naturaleza.

Sabed que aquello que se difunde por todo el cuerpo es indestructible. Nadie puede destruir a esa alma imperecedera. Bhagavad Gita 2.17

El deseo, la idea de permanecer, de eternidad, de que hay algo que va más allá de la materia cobra vida, cobra consciencia cuando hay en nosotros una chispa espiritual.


Otro aspecto por el cual podemos entender el alma, por ejemplo, es cuando vemos en este mundo toda la diversidad que hay. Por ejemplo ante mi veo ahora decenas de rostros distintos, de orígenes distintos, de edades diferentes... Pero veo también unidad y la veo porqué no nos fijamos solamente en lo externo, sino que trasciendo lo externo, trasciendo el cuerpo.

Por tanto, aunque no podemos probar la existencia del alma, podemos de diferentes maneras inferir que hay algo ahí que es lo que permanece, que hay algo ahí que es lo que nos iguala a todos, y que eso no es algo material.

En eso se basa la idea de la reencarnación, el Samsara. En eso y en la teoría del karma que por razón de espacio no puedo extenderme a explicar pero que es algo que ya la mayoría de las personas más o menos conoce. Lo que me voy a centrar a partir de ahora es en cómo enfrentar la muerte.


En una de las escrituras más importantes de mi tradición, el Bhagavat Purana, se habla de un rey que había sido maldecido y que iba a morir en siete días. Él, con buen criterio, dejó el gobierno en manos competentes y se retiró a un lugar sagrado en busca de consejo. Allí preguntó a diferentes sabios la misma pregunta: ¿Cuál es el deber de un hombre que está a punto de morir?

Después continuaremos con la historia, pero detengámonos en la actitud que hay detrás de esta pregunta. Existe un enfoque material que es básicamente negar: negar el paso del tiempo, identificarse con la identidad corporal y tratar de mantenerla de la forma que sea. Nuestra sociedad apunta precisamente a la negación a través de la distracción. Ocupamos nuestra mente y sentidos, inmersos en un mundo virtual dentro de otro mundo virtual. Vivimos en una ilusión, ya que estamos en una atmosfera (la materia) que no es la propia (la espiritual). La tecnología acentúa esta virtualidad, y perdemos contacto no solamente con la naturaleza sino con todas las personas que nos rodean. Una de las formas de distracción más comunes son las regresiones, hacer cosas que no pudimos hacer antaño, sin importar que la edad ya no sea la apropiada. Jung afirmaba que después de los 40 años todos los problemas del ser humano se reducían fundamentalmente a un problema espiritual. Es como llegar a una colina y ver el declive del otro lado, entonces podemos avanzar o retroceder, y muchas veces lo que hacemos es tratar de retroceder, volver atrás, para tratar de hacer todo lo que nunca hicimos, o lo que dejamos a medias por el paso del tiempo y otras circunstancias. El hecho de que las personas mayores se comporten como jóvenes, es algo que nuestra sociedad acepta e incentiva. Deportes extremos, gimnasios, cirugía estética, medicación... todo para alargar la ilusión.

Ellos creen que satisfacer los sentidos es la necesidad fundamental de la civilización humana. Así pues, hasta el final de la vida, su ansiedad es inconmensurable. Bhagavad Gita 16.11

Si no se progresa en la búsqueda de la madurez espiritual lo que se produce es una regresión, y es precisamente a ello lo que hace referencia la reencarnación. Cuando nosotros no avanzamos, tenemos que volver a repetir, repetimos la prueba final y volvemos de nuevo al comienzo.

Ese es el enfoque material, en cambio el enfoque espiritual es preparación, es entender, es comprensión... Por ejemplo, aquí Krishna dice “aquellos que tienen la mente establecida en la igualdad y en la ecuanimidad”, le da mucha importancia al equilibrio mental. Es una constante en muchas tradiciones (yoga Patanjali, Hatha Yoga...) esta importancia del equilbrio, no solamente físico sino mental. La mente es como un torbellino, girando continuamente, imparable. Krishna también habla de ello a Arjuna, y Arjuna expresa sus dificultades: controlar la mente es prácticamente imposible, es más difícil que controlar el viento, porque la mente es inestable, inquieta, turbulenta... Krishna le anima sin embargo a perseverar: mediante la práctica constante, uno puede controlar la mente y lograr el equilibro. El equilibrio mental, la visión de las cosas de manera ecuánime, sin pasión, sin deseo, sin la dualidad continua entre lo que me gusta y no me gusta. Krishna emfatiza mucho el tema de esa visión igualitaria que transciende una circunstancia en particular, que transciende un momento, que va más allá de gustos y apreciaciones. Por eso le dice a Arjuna “haz lo que tienes que hacer, más allá de los resultados, por la acción en si, porque es tu deber, no importa si triunfas o fracasas, si disfrutas o sufres, si ganas o pierdes, todo eso es temporal, todo es momentáneo, lo importante es avanzar, la acción en sí misma como una cuestión de progreso, de deber...”. El mundo es dual, eso es parte de la naturaleza material: frío-calor, luz-oscuridad... todo parece marcado por pares de duales opuestos. Lo que está más allá, lo que transciende este mundo es en cambio unitario y no dual. De ahí la importancia de esta visión de la ecuanimidad.

Aquí entraría el tema de la preparación para la muerte. ¿Por qué prepararnos? Según el hinduismo es muy importante el estado de consciencia que tiene la persona en el momento de la muerte, donde está fija nuestra conciencia cuando abandonamos el cuerpo. Ello es determinante para el futuro de esa persona.

Cualquier estado de existencia que uno recuerde cuando abandone el cuerpo, ese estado alcanzará sin falta. Bhagavad Gita 8.6


Según la creencia de la reencarnación, del Samsara, será nuestro estado mental en el momento de la muerte el que determine que cuerpo obtenemos en la siguiente vida, sea material o sea espiritual, sea más elevado o más bajo, porqué a través de toda la vida vamos desarrollando una conciencia, una manera de ver las cosas, y en el momento crucial naturalmente nos aferraremos a eso. Ahí veremos dónde estamos más apegados, dónde tenemos fijada nuestra conciencia, y esa fijación, junto con el karma, será lo que determine el siguiente cuerpo.

Para intentar poner un ejemplo, cuando vamos a comprar un coche, el karma seria la cantidad de dinero que tenemos, y el guna, o el deseo, el tipo de auto que se quiere. Digamos que estoy muy apegado a la música, durante toda mi vida he sido músico y estoy muy apegado a la música. Digamos también que he sido una persona muy buena, muy piadosa que he ayudado a los demás. Entonces he acumulado muy buen karma, y en el momento de la muerte fijo mi consciencia en la 9a sinfonía de Beethoven, entonces en mi siguiente nacimiento, quizás nazca como un músico eximio, quizás en esta misma plataforma o en plataformas superiores. Para el hinduismo no hay solo una realidad, en el mundo material hay muchos niveles. Hay niveles celestiales, que no son espirituales y que están en el mundo material, en los cuales la muerte no desaparece, pero que permiten una vida mucho mas extensa y un disfrute mayor. Y también hay lugares inferiores donde el sufrimiento es mucho mayor. Resumiendo, Es la combinación del deseo y el karma lo que hace que nos dirijamos a un cuerpo en particular.

Aquel que, en el momento de la muerte, fije su aire vital entre las cejas y, por la fuerza del yoga, con una mente recta, se dedique a recordar al Señor Supremo con toda devoción, ciertamente que llegará al Supremo. Bhagavad Gita 8.10

De ahí la importancia de la preparación. Durante toda la vida desarrollamos una conciencia particular y en base a nuestras acciones. Esas acciones y esa conciencia puede ser algo material o espiritual. Eso depende de nosotros. Si nosotros a lo largo de nuestra vida desarrollamos una conciencia material, atribuyendo demasiada relevancia a las cosas materiales, seguiremos apegados a ese mundo material porqué ese es básicamente nuestro deseo, nuestra decisión, nuestro libre albedrío. Dios no se mete en esto, él nos da las posibilidades de transcendencia, nuestro albedrío, el karma, el control del nacimiento y el renacimiento... Pero es lo que nosotros queremos lo que conseguimos.

Si, en cambio, durante la nos esforzamos en redescubrir, revivir o despertar la conciencia espiritual, y en el momento de la muerte podemos fijar nuestra conciencia en aquello que hemos trabajado y practicado, entonces esto nos lleva a un nivel superior, transcendente.

Para ese prepararse Krishna utiliza una técnica de yoga, y sugiere fijar el aire vital (la conciencia) en el entrecejo, que es uno de los chakras, mediante la fuerza del yoga. Esto es algo que requiere preparación, porque en el momento de la muerte los procesos físicos distraen a nivel sutil, no solamente a nivel fisiológico, sino energético. Se vuelve muy difícil poder fijar la mente en algo, ya sea por el dolor o por el temor, o por otras razones.

Los caminos para poder desarrollar la capacidad de fijar la conciencia son diversos, y uno de ellos es la práctica del yoga. Cuando hablo de yoga no me refiero a esa reducción del yoga, a “posturas” que practicamos en occidentes. La postura es la parte más externa y más superficial del yoga. Hay muy pocos instructores que enseñen, por ejemplo, los yamas y niyamas, las prácticas morales del yoga. Hay muy pocos que enseñan prácticas respiratorias, no superficiales, sino profundas como el Pranayama, o que enseñen el dharana y dhyana (la concentración y la meditación). Es a través de esas prácticas que incluso en un momento tan difícil como el de la muerte, el más difícil sin duda, la persona puede fijar su conciencia y dirigir su mente a un destino superior. Eso se llama Raja yoga.

Pero no es el único camino de liberación. Krishna por ejemplo, dice que otro camino es recordar al señor supremo con toda devoción. Es lo que se llama Bhakti yoga, o camino de la devoción, el camino que emprende la persona que cree en Dios y que cultiva su vida en relación a Dios. El maestro de mi maestro decía que no era cuestión de dejar o abandonar nada, sino de agregar, de poner a Dios en el centro de nuestra vida, y hacer que nuestra vida gire en torno a ese Ser Supremo. En el bhakti yoga hay muchas técnicas para poder realizar eso, para fijar la conciencia en ese Ser Supremo y así recibir su gracia y misericordia para poder verlo, para poder querer estar en contacto con Él, y así abandonar definitivamente este mundo y no volver a nacer.


Las personas inteligentes que se están esforzando por liberarse de la vejez y de la muerte, se refugian en Mí mediante el servicio devocional. Bhagavad Gita 7.29

Pero para aquellos que Me adoran a Mí entregándome todas sus actividades y consagrándose a Mí sin desviarse, dedicados al servicio devocional y meditando siempre en Mí, habiendo fijado la mente en Mí, ¡oh, hijo de Prtha!, para ellos, Yo soy el que los salva prontamente del océano del nacimiento y la muerte. Bhagavad Gita 12.6-7

Aquí Krishna da algunos parámetros muy generales: “Para aquellos que me adoran a mí entregándome todas sus actividades y consagrándose a mí sin desviarse”. Cuando dice entregándome a mi todas sus actividades no se refiere a que nosotros, por ejemplo, entreguemos nuestra casa, sino que como afirma en otra parte de la Baghavad Gita “todo lo hagas todo lo que comas todo lo que ofrezcas o regales, hazlo como una ofrenda a mí”.

Es decir, tomar consciencia de dónde viene todo lo que soy, mi cuerpo, mis capacidades (recuerdos, inteligencia, habla....) y actuar como si eso fuese una ofrenda. Eso es el bhakti yoga que nos lleva a una realidad más allá de este mundo.

Este camino reconoce que la conciencia no depende solamente de nosotros, ya que quizás no seamos yoguis ni hayamos desarrollado la capacidad de fijar nuestra mente. Es entonces cuando surge la suplica como la del rey Kulakshekhara que oraba: “mi querido señor, yo no sé qué consciencia voy a tener en el momento de la muerte, yo te pido que ahora que mi mente está fija en ti, ahora me permitas abandonar este cuerpo, porque en éste momento soy consciente de ti, y yo no sé si en el futuro voy a estar consciente”.

Toda la vida del trascendentalista hindú apunta en esa dirección: apunta a una preparación que es probada, que es testada en el momento de la muerte, y de acuerdo a nuestros progresos es como transcendemos. Al principio del capítulo habla del cambio de cuerpos que se produce en el paso de la niñez a la juventud y luego a la vejez. En el momento de la muerte pasamos a otro cuerpo, y a la persona sensata, a la persona que ha alcanzado esa realización, a la persona que tiene conocimiento, ese cambio no le confunde. Es decir que cuando en ese momento la persona no se agita, no sufre, no se distrae... puede fijar su conciencia en lo que sigue, en la continuidad que no tiene fin, no se termina nada. Por eso decimos que en el hinduismo no existe la muerte.

A partir de lo que hemos explicado, surge la pregunta: ¿cómo acompañar a las personas que nos rodean? ¿Cómo acompañar a alguien que está dejando el cuerpo? Hay toda una serie de ayudas que se prescriben en el hinduismo, por ejemplo, como poner el cuerpo de la persona en una posición particular, en una dirección particular, los rituales, etc. aunque la mayor parte de esto es folclore.... Pero las pautas más importantes son las del acompañamiento, y son básicamente tres: la meditación, la plegarias y la lectura, aquellos que ayude a la persona a fijar su conciencia en Dios.

- la meditación, ayudar a fijar la atención en una forma de meditación. Si la persona lo ha practicado durante su vida no hay dificultad pero también quien acompaña puede ayudar y guiar. Guiar en cómo manejar su respiración, porque esta es una herramienta fundamental. La respiración se compara con la herramienta que usan los que controlan los elefantes, una especie de gancho que se pone en la oreja del elefante para manejarlo. La mente es como un elefante, fuerte y poderosa, muy difícil de manejar y controlar, y el gancho en cambio es muy pequeñito. Pues la respiración es ese gancho, es esa herramienta sencilla que permite controlar la mente-elefante. La persona que acompaña puede ayudar a estabilizar la respiración y a aquietar la mente de la persona que acompaña.

- ayudar a fijar la mente en Dios, mediante las plegarias. Ya que en las plegarias se resaltan los aspectos espirituales del ser y de Dios, y la relación entre ambos. También ayudan las pleglaries en forma de mantras, la recitación repetitiva. Mantra viene de la palabra “mana”, que quiere decir mente, y “tra” viene de “trayate”, liberar. Liberar la mente de los condicionamientos, de todo el bullicio que normalmente tiene nuestra mente, esa es la idea del mantra. En mi caso acostumbro a recitar el Hare Krishna mantra, o el Om, pero hay muchos mantras.

- También las lecturas que ayuden a tener un objetivo transcendente: por ejemplo, el Bhagavat Purana, el Bhagavad Gita, el Mahabharata, el Ramayana. El momento de la muerte no es un momento de mucha filosofía, mejor los ejemplos prácticos, las vidas de santos... Tanto el Mahabharata como el Ramayana, son epopeyas narradas en forma de historias, de relaciones.... que captan la atención de las personas mucho más que áridos ensayos filosóficos o morales. Recuerdo que cuando empecé a leer el Mahabbarata, no podía parar, me quedaba hasta las cuatro o cinco de la mañana, a veces me quedaba toda la noche sin dormir para continuar. Por tanto, su lectura ayuda mucho a quien tiene dificultad para fijar la atención de su mente.

En definitiva, acompañar a la muerte supone pues guiar y acompañar con todas estas herramientas.

Después de la muerte....

Después de que la persona ha dejado el cuerpo, el hinduismo prevé una serie de rituales. Rituales que tienen que ver sobre todo con la cremación. En el hinduismo el enterramiento es algo muy extraño, se produce solamente en el caso de personas que se considera ya han transcendido la situación corporal, y por ello no necesitan la destrucción del cuerpo. La cremación se produce para evitar precisamente que la persona que ha salido del cuerpo no quede apegada a ese cuerpo. En el hinduismo se cree que hay dos cuerpos materiales, el cuerpo físico más grueso, el que nosotros podemos ver y tocar, y un cuerpo más sutil (antakharana) que está formado por un conjunto de elementos más sutiles como la mente, la inteligencia y el ego falso, con sus recuerdos, sensaciones, deseos, experiencias.

Cuando una persona no ha alcanzado la realización, la liberación del concepto corporal de la vida, entonces tiene que volver a nacer, de manera que ese cuerpo sutil pasa del cuerpo muerto a un nuevo nacimiento. Si esa forma sutil está muy apegada, y todo el mundo llora y pide que no se vaya, lo retiene.. ., entonces la persona queda en un estadio intermedio y no avanza, por un tiempo. La idea de las cremaciones es fundamentalmente esa: el cuerpo se acabó, hay que seguir avanzando. Incluso en los rituales se pide explícitamente a la persona que se vaya, que vaya a su próximo destino, que avance... eso es parte del ritual. Por eso, para las personas no apegadas, aquellas que han transcendido el concepto corporal de la vida, los santos... a esas personas no hace falta cremarlas, sino que se los entierra. Son, sin embargo, casos muy especiales.

Hay toda una serie de rituales, de oraciones y purificaciones, ofrendas a Dios y a los antepasados para que ayuden a la persona a progresar en su siguiente destino. También para la familia hay un periodo de purificación, de no salir de casa, de privación de eventos sociales.... Nosotros lo llamaríamos luto pero se trata más bien de purificación. Tengamos en cuenta que en un entorno donde las enfermedades y la muerte por enfermedades contagiosas es una constante, un periodo de purificación se justifican también por este tipo de razones más prosaicas.

No obstante no me alargaré más en la consideración de los rituales pues lo más importante para entender la muerte en el hinduismo es sobre todo lo que he descrito como la preparación y el acompañamiento a la muerte.

1 En eso consiste básicamente el contenido de la Bhagavad Gita: la conversación, el diálogo que tienen Krishna (cuando decimos Krishna nos estamos refiriendo a un nombre de Dios) y su devoto y amigo Arjuna.